La noche es luto de un arlequín en vida
que anticipa lo que no se va a dar.
No habrá más te de lúcuma que ofrecerle
al rey de la lluvia,
al dios del naufragio.
La casa se inclinará,
plena tormenta marítima.
Acotado es el dulzor
que puede quedar con él,
su fondo de barcos anclados
en el impenetrable océano de furia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario