Viniste a confesarte
Como si yo fuese el insensible cura
de tu farsa eclesiática
montada en no se cual de tus mundos
Como si lo que ibas a decirme
no me modificaba,
Sabiendo que algo se olía.
Te sentiste puro
huíste en paz.
Necesitabas justificar los fantasmas,
dudas sobre la existencia de tu dios.
Ahora resuta
que soy yo la que no entiende
la que debe retocerse de ira
pero abrazar al pobre
que erró en lo humano.
Me enterraste nada más,
casi seis pies más abajo.
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