Los cuerpos seguros de su integridad,
de su existencia,
repudian la muerte y el encierro gris de ausencia.
Levitan, perfumando el aire con amor de cal y arena,
construyendo fuertes eternos donde albergarán a sus familias,
transformándolos en sus hogares.
Y allí, donde duermen, comen y procrean,
será su lugar en el mundo.
Allí, se sentirán libres de alma.
Así, perderán el miedo a dejarla ir,
por que ella estará llena.
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