La plaza. Los ojos, los gestos de todos. Transeúntes entrecruzan sus vidas por separado
habitando un espacio: La Plaza. Miles de personas un Sábado a la tarde toman
sol en el Parque Las Heras, acá a la vuelta.
Hay chicos conquistando chicas, chicas
conquistando chicas, chicos conquistando chicos. Familias jugando, reprochándose
y manifestando abiertamente con nimios comportamientos su relación, amigos
tocando y otros, fumando. Los tranzas tranzan en los bancos, los pungas
rescatan lo que pueden y algunos otros habitantes se separan de su pareja ya
sea corta o de años. Los amantes de otros barrios se prometen amor, los perros de Palermo coquetean (suelen ser Caniches Toy o alguna otra raza de perros
tirando a histéricos).
El parque y el sol, testigos de
todas las historias que suceden rondando Las Heras.
Sentada, como chiquita con la
guitarra casi jugando, probando qué pasa, pierdo todo hilo en mi concentración.
Me inquieta un poco ver a todos ésos personajes improvisando en su role play.
La tarde sabática me lleva como
cuando era una nena, a imaginarme quienes son todos ellos. De dónde vienen..
¿Quienes son? ¿De dónde vienen? Quienessssssssssssssssssss…
Entonces empiezo a pensar que la
señora que vino sola a sentarse no es alguien que está de paso, no. Ella
necesita pensar. Pensar por qué hace veinte años posterga su felicidad para
mañana, por que una vez se quedó colgada del pasado y no entendió que éso ya no
servía más. Así, sumisa, perdida de si misma, cagándose en todo buen porvenir
decidió casarse con Adrián.
Entonces empiezo a pensar que ésa
chica y ése chico que están tomando mate se conocieron unos días atrás en el
recital de un amigo del amigo del amigo, y en un tiro empezaron a hablar.
Entonces empiezo a pensar que ése
tipo que vende artesanías viene de un viaje por Méjico o quizá de Cuba, repleto
de bohemia, colores, mujeres, música e historias, que conoció un chamán y casi que se fue con Don Juan y sus enseñanzas a
jugar a ser perro y que, podría ser interesante conocerlo..
Entonces, me invento mil mundos
afuera del mío y todo mi paseo se trasforma en algún guión de película soliendo
ser generalmente un dramón.
Cómo me gusta el drama. Cómo me
gusta el enrosque. Cómo trasformo cualquier cosa en un quilombo para mi.
Prosigamos. Entonces, ¿Cuál es la
meta de ir a la plaza? Ser uno más que vive la vida y participa en toda ésta
parafernalia social que podría ser una masa, o ser un observador que detiene cualquier ímpetu
ocioso a conectar con uno y crear, proyectar en las vidas ajenas.y como en la
vida propia, sacar conclusiones de lo implícito. “Si no lo hace no me quiere”, “Si
me mira así es por que quiere decirme en realidad que no quiere”
Todo sería tan bello si obviaramos
las conclusiones de lo implícito o si solamente nos permitiríamos pensar bien
primero. Más que pensar, sentir bien.
Malditos nosotros, los fanátcos de la crisis continua.
Malditos nosotros, los fanátcos de la crisis continua.