No vengas

Te pido que no vengas

a buscarme tan pronto,

Todavia no vivo en la sierra.

Quiero más horas de vuelo.

Me urge descanso

para un buen ascenso.

Tengo que aprender a ver

con los ojos en las manos,

con la lengua de los hechos,

Con palabras que activan

a todos los cuerpos.

Sembrar el campo de algún chino

con mis mejores flores.

Mirarle los ojos,

llenarlo de versos.

Saberme quebrar en la justa medida

cuidandome siempre,

pa´remendar los agujeros.

No me pongan todavía la mortaja,

Que espero, me falta trecho.

Palidecer Invernal
 "No te dejes matar"

 Se sonrojan las mejillas
 bajo el calor de las sábanas tibias,
 inquietas.

 Me abriga una idea,
 un estado pleno.

Me duermo levitando,
subiendo quien sabe a donde,
 a qué.

Las grietas de mi habitación
se tapan con el yeso
de un nuevo sentimiento.

 Me creo noctámbula,
 despierto desconcertada,
 confusa,
 hasta que te veo.

Ahora

¿Para qué vas volver atrás?
 El pasado no se sienta quieto a esperar.

Todo sigue adelante,
se transforma continuamente
aunque vos no lo veas
 o no lo sientas.

Buscate una historia nueva
sin decirte una mejor
 o hacé de aquello una diferente,
 pensale otro final.

 No te estanques,
 renovate,
 crecé para adelante,
 hacete grande.

 Viví ahora
 Hoy
 pensá menos,
 hacé más.

Rechinan golpeando el marfil de su contextura
se chocan frente al desastre
y forman parte de mi

opacos como el miedo
que no quiere dejarse ver
claros como el símbolo
de la mismísima pureza.

los dientes del niño se van a caer
dejen que crezcan vivos,
que nazcan nuevos,
que se limpien de pudor
y llenen de armonía
la sonrisa de aquel
Que mira deseoso la felicidad ajena
Ya que pronto se liberará en la suya.

Flor

Y ahora todo es coletivo
cualquiera puede meterse
en el barco de la intimidad

Nada pierde su sonido
pero cualquiera puede
cambiarle la melodía a mi canción

Me hierve el cuero
de tanto gritar
cualquier día me vas a brotar

Flor
Que se abre cuando quiere
dejame ver si ya no estás gris
No voy a cortarte las raíces

Flor,
no te enriedes en paredes ajenas
abrite para mi.

A los hechos

Late como en aquel tiempo
el ojo del destino,
pero esta vez siento
que no hay presión que pueda
hacerlo estallar de infortunio

No hay más mares de lágrimas
que pueda explorar.
Esto está hecho para ser bien,
curarte.

Ya no voy a decir nada
que te pueda hacer hundir
en el barro de la confusión.

Basta de palabras,
vamos a los hechos.

Se lo llevó el otoño

Se lo llevó el otoño
como a una hoja seca
que se afloja con la fuerza
del soplar del viento.

Los cristales de mi casa
tiemblan viéndolo ir,
subir al cielo con arpegios
de un mañana pleno.

Coros de aves
cantan la verdad
de una tierra desolada
GRIS
por la ausencia
del rey natural.

Tiembla la luna,
brillan los ojos,
crecen las aguas
en el interior.

La nostalgia inunda el pueblo
de cada uno, el corazón.

En el espejo del vanitory

Dejá de cranear
las rachas de mierda nos patean el culo a todos
Porque somos mortales, no seres irreales.

No sos sola vos, los rinocerontes no se paran a mearte especialmente la nariz
no les importás tanto como creés,
Pero si, huelen horriblemente.

Detestás todo un segundo, o un rato más
el odio te muerde los dedos,
la buena leche te cortó la cara un par de días
"Voy a tardar, disculpá" Te escribió ayer
Y esa nota te vuelve a dejar en el espejo del vanitory
donde algunos se lavaron las manos.

El idiota

El jardín huele a tierra húmeda, a llovizna,
lágrimas de quienes lloran recostados en las nubes.

La inmensidad del horizonte se apoderó de mi en la espera, lo siento eterno.
¿Quién nunca se esposó al reloj por mera volutad?
Starosta, vámonos de aquí.

Ýa no hay tiempo
Ya no hay día,
se oscureció hasta el alma
Starosta basta,
no te pierdas en la noche
ya no esperes,
ya no calles,
no lo tragues,
no te quedes,
Ya no esperes más.

Tu cuello

Las rodillas que enrredaban tu cuello
eran las mías.
Te succionó la libertad tu propia mente
encerrándote en un recuerdo de gran peso
y tragándose la llave.

Mi alma deseaba pertenecerle a la tuya,
de a ratitos las dos jugaban a que realmente les urgía.

Lo que enrrieda tu cuello ya no soy yo,
debe ser la horca del pasado, como una gran correa,
que maneja tu vida desde una gruesa y pesada cadena.

La que roce tu cuello seré yo,
en algún fragmento de eternidad,
en algún rincón del bosque más libre del planeta.